El
Chorrillo, 9 de mayo de 2025
A esta
hora de la noche no sé si sirve de mucho extenderse en consideraciones como las
de esta mañana cuando hablaba tan rimbombantemente de eso del principio del
todo y que esta noche me parece un tanto cursi. Encontrarle a los días la
gracia y el gusto que un gourmet pueda sacar de un aceptable plato, parece que
dependiera del humor con el que te levantas o incluso de tu capacidad para oler
la fragancia de los jazmines o del pan y quesillo de las acacias que ronda los
alrededores de mi cabaña. Si te empeñas en un tema,
Por
otro lado en la vida de un jubilado que ha perdido la pasión por viajar y que
mantiene discretamente aquella otra de visitar las montañas, suceden pocas
cosas dignas siquiera de un diario personal, de ahí que los recursos
prácticamente se centren en los esporádicos asuntos que le vienen al coco o en los
libros que lee, que es una sofisticada forma de viajar no solo por los paisajes
del mundo sino también por otros muchos lugares del arte, la ciencia o la
cultura.
He
mantenido más de una vez que una de las cosas esenciales que dan sentido a los
días es el cuidado que ponemos en alimentar nuestras sensaciones, y como
llevamos una larga temporada que no hay manera de salir a vivaquear a ninguna
cumbre, que es un buen caladero en donde pescar sensaciones, porque el tiempo no
acompaña y a mí lo que me gusta es dormir bajo las estrellas; como viajar, idem
de idem, pues que apenas me queda otra cosa con que alimentarlas que los
libros. Esta tarde sin más fueron ellos los mejores proveedores de sensaciones.
Sensaciones de inquietud, intranquilidad y admiración: Silvia Vidal, todavía
con Hay luz entre la cuerdas; admiración: Chirbes, la capacidad de
extraer el tuétano de los libros que lee; el sencillo placer de la lectura con
Galdós y su Fortunata y Jacinta; preocupación: Robert Kaplan o
Huntington, por los derroteros que toma el mundo. Cada libro es un mundo en el
que te sumerges como en un sueño. Lo último de la tarde, el relato de Silvia de
la pared este del Huascarán (
Sólo
quedaba dar fin al día con un par de horas más de mirar el fuego de la chimenea
y empezar a soñar con ese otro saco de sensaciones que espero recolectar a lo
largo del verano que se acerca. Calentito en mi bolsillo está ya un billete de
avión que tiene la capacidad de suscitar en mí una mezcla de gratas sensaciones y un no menor grado de inquietud.
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