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Se lo recuerdo a mi diario para que no pille de sorpresa :-) |
El
Chorrillo, 24 de febrero de 2025
Caí
después de escribir el texto que sigue que ese “Valer más, valer menos”, acaso fuera
primo hermano de aquel “ser o no ser”, de Shakespeare. Si tengo en cuenta esa
posible similitud tendría que repasar el post, pero a las dos de la mañana
considero que ya es demasiado tarde para ello. Así queda:
Un
comentario de Latido Alpino a mi post último sobre Silvia Vidal: “Admiro
profundamente sus actividades (las de Silva Vidal) y es una gran inspiración.
Sin embargo, ¿Por qué sentirse inferior por ser “un simple caminante”? ¿Es que
hay actividades que te hacen valer más?”. La reflexión la corrobora Glauco Muratti desde el otro lado
del océano con un “muy interesante”. Me gusta pero no estoy del todo de acuerdo
con ellos. Me gusta y me invita a matizar mis propias reflexiones cuando el
otro día hablaba de Silvia Vidal. Creo que entonces no llegué a expresarme bien
del todo, o si se quiere que a la vista del comentario de Latido, éste me
invita a reconsiderar algo de lo que dije allí. Cuando se afina tanto como lo
hace Latido, es obligado matizar o incluso reconsiderar lo que uno ha escrito.
De principio siento que efectivamente que “el mejor” o “el peor” no es una
buena medida, sin embargo sentirse poquita cosa sí creo que se ajusta a lo que
yo querría decir. Todos somos iguales pero muy distintos, es una paradoja que
funciona. Silvia es igual que cualquier otra mujer, pero es enormemente
distinta a las otras mujeres.
Escribo
al tiempo que intento aclararme. Voy a ver si algún ejemplo me ayuda a ello.
Cuando estoy solo en mitad de una tormenta en una tienda de campaña de
¿Es que
hay actividades que te hacen valer más?, pregunta Latido. Creo que sí, y hablo
exclusivamente desde el punto de vista privado y personal. Valer como capacidad
de sufrimiento, de esfuerzo, de creatividad; vales más para ti mismo si logras
sobreponerte a la pereza y a la desidia, si en vez de ser un vago de mierda
consigues saltar sobre un listón que te has impuesto. “A nadie se le ha
entregado un gramo de belleza ni de sabiduría sin una dosis de sufrimiento” (Rafael
Chirbes, Diarios). Ahora, cuando
queremos trasladar ese “valer” fuera del yo para compararnos con los otros en
ese ámbito social que busca jerarquizar a las personas, el concepto “valer” ya
no me sirve. No sé si consigo aclararme del todo en este laberinto en donde el
sentir, el ser y el valer se mezclan de manera tan íntima. No me sirve ese
todos valemos lo mismo.
Latido
dice lo siguiente también: “¿Y si todos y todas valemos lo mismo.. si no
necesitamos hacer para valer.. y si ya somos valiosos? Cada uno con su proceso
y camino, fortalezas y debilidades…”. Contestando a esto le decía que de lo que
yo hablaba era de sensaciones, de sentirte, no que seas más o menos, de
encontrar que tu valor, el enfrentamiento a tu soledad o tu incertidumbre es
diferente a la de los otros. Cuando yo me encuentro ante una incertidumbre, por
ejemplo en montaña, en general no la sobrepaso, prefiero ir sobre seguro (no
siempre) y en situaciones así me suelo dar la vuelta, sea por la edad o por lo
que sea. Silvia sin embargo vive la incertidumbre como un reto, está en su
salsa frente a ella, y es con sus proyectos con los que trata de forzar esa
incertidumbre. Dos actitudes diferentes. Quizás debería huir de un concepto de
mejor/peor, más grande/más chico y enfatizar que sí, que simplemente somos
diferentes, pero existen matices. Yo, por ejemplo, que supero ya la mitad de los setenta no me
siento ni peor ni mejor que Carlos (Soria), pero él haciendo lo que hace
teniendo nueve años más que yo, no sólo me sirve de ejemplo para seguir en la
brecha, sino que además al sentirlo más fuerte, más tenaz, con mayor
experiencia y empeño, me marca de algún modo una ruta. Mi padre a mi edad se encerró en una residencia, se sentía
incapaz tras la muerte de mi madre de llevar una casa; yo a su misma edad ya
empiezo a tener en mente una nueva travesía por Alpes entre Niza y el mar Adriático
el próximo verano. Dos formas de contemplar la vida. Todos somos responsables
de nuestras vidas y hacemos de ella lo que queremos o podemos, o no hacemos
nada y dejamos que la cosa nos lleve por donde venga el viento. Al peso valemos
todos lo mismo. En otro sentido tendríamos que establecer que es lo que vale y
qué no. ¿Vale lo mismo Ramón y Cajal que un robagallinas o cualquiera de esos
políticos corruptos que pueblan el mundo? Pues no, por muy democráticos que
queramos ser, es evidente que existen los que está más cerca del chimpancé que
del hombre excelente. Existen los que empujan el mundo hacia adelante y los que
sólo piensan en hacer dinero o tener la tripa llena. No somos iguales. Por
tanto existen los que son valiosos y los que lo son menos, aunque ello no
cambie la realidad fundamental: que apenas somos nada en el universo, que
vivimos dos días, y como bien dices allá cada uno con su proceso y su camino.
Y por
supuesto que hay actividades que nos hacen “valer” más, todas aquellas que nos
obligan a ponernos de puntillas, a intentar comprender un texto difícil, a
emprender una tarea dificultosa, a superar nuestras debilidades o subir a una
montaña que requiere un esfuerzo extraordinario. ¿O acaso es lo mismo subir a
Y para
terminar: “Pero ¿de qué huevos he estado escribiendo?”
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