sábado, 11 de abril de 2020

Renta básica, una obviedad.



El Chorrillo, 12 de abril de 2020

Hay días que debería encabezar algunas de estas notas de diario con una observación que dijera más o menos: “no te molestes en leer esto, son sólo anotaciones personales cuyo único objeto es intentar aclararme sobre éste o aquel asunto”. Luego siempre sucede que termino colocando la página en el perchero del blog quizás porque es una manera de poner en orden mis papeles y, como no, también por la posibilidad de compartir ideas y creencias con un reducido número de amigos con los que sería deseable romper el monólogo para convertirlo en enriquecedor intercambio. Dicho esto, que diría mi amigo y nunca elogiado suficientemente Cive, traído al caso ahora porque por causa suya a mitad de tarde, mientras le oía hablar sobre la Renta Básica (creo que él estaría de acuerdo en escribirlo con mayúscula) dando vueltas y vueltas a la parcela, hoy probablemente no menos de cinco kilómetros, que fue el tiempo que duró el vídeo; dicho esto, decía, he sentido la necesidad también yo de meter el cazo en el asunto y en vez de contestar al email que me llevó al vídeo de Attac,  me acogí a un entorno que me es mucho más familiar, este diario.


Doy por supuesto que el concepto de Renta Básica, continúo escribiéndolo como mayúsculas como reivindicación de algo con entidad propia única que en algún momento habrá de constituir un derecho fundamental para todos los habitantes del planeta, doy por supuesto que está en el conocimiento de todos sus rasgos esenciales, una renta universal e incondicional con una cuantía algo superior al del umbral de pobreza que deberían recibir con regularidad todas las personas desde su nacimiento hasta el día último de su vida. Una cantidad para el tesoro público que, estimación de la plataforma de Attac, podría detraerse sin demasiados esfuerzos económicos grabando impositivamente segundas viviendas de altísimo estatus y con una ligera corrección en la política fiscal que atajara los excesos del capitalismo salvaje e introdujera un criterio de justicia distributiva, de manera que ese uno por ciento que posee el noventa y nueve por ciento de la riqueza del país, o del mundo en esta situación de globalización que vivimos, ese uno por ciento por otra parte al que habría que poner en solfa la pretensión de propiedad inalienable a los que sólo las leyes del mercado les pueden prestar criterio de legalidad absoluta; un cantidad, unos impuestos progresivos que en la medida en que los agentes con mayores ingresos paguen una tasa mucho más alta, que no sería significativa para las grandes fortunas y que erradicaría por una parte la pobreza y que haría posible desterrar los contratos basura del mercado de trabajo al poner al trabajador mejores condiciones de negociación de sus salarios.
Para entender los argumentos con que defendían la renta básica los ponentes no me pareció que se necesitaran conocimientos de economía. Más bien creo que la obviedad de los mismos era total, pero… lo que pensé cuando quise contestar al email de Cive, con tener que ver con la Renta Básica, venía de algo previo. A veces se nos proponen discusiones que, si fuéramos capaces de situarlas en el contexto de las comunicaciones y la sociología, podrían dar un giro de noventa grados.
Algunos antecedentes. En mi página de FB se me cuela constantemente publicidad, del tarado de Inda, de algún grupo filonazi; si abro en el teléfono una pestaña nueva del Chrome, justo debajo me aparecen un largo puñado de “noticias” de periódicos como Libertad Digital, OkDiario y cosas por el estilo; si me voy al Twitter y me salgo de la lista de la gente a la que sigo, enseguida huele a podrido, no sólo bulos de esas miserables ratas que salen estos días por las alcantarillas; si abro el ABC el día antes de nuestras últimas elecciones en su portada a toda plana aparece niños famélicos en los huesos, ¿de qué país?, de Venezuela, naturalmente, aunque la foto original sea de los niños de Biafra;
En otros tiempos la censura de la prensa siempre constituyó un elemento esencial para mantener en el poder a tiranos. ¿No era Napoleón III, ya a principios del siglo XIX, quién decía que quien tuviera a la prensa en sus manos sería dueño del mundo? Hoy, cuando la prensa tiene vía libre para expresarse, más o menos, la otra manera de imponer las propias ideas y de influenciar en las decisiones de un gobierno es utilizar los medios de comunicación como tanque con que aplastar cualquier disidencia a la voz del amo. No ya con argumentos, lo vemos estos días a diario, basta con echar mano impunemente de la mentira, del bulo. ¿El objetivo? Evidentemente conseguir que el statu quo permanezca inalterable o, mejor aún, que la riqueza de ese uno por ciento siga aumentando a costa del otro noventa y nueve por ciento. ¿Cuánto dinero gastan los bancos, las grandes multinacionales, la grandes empresas en los medios de comunicación? ¿Cuánto para pervertir cualquier idea de justicia, cual objetivo racional que pueda poner en duda las bondades del sistema económico que tenemos? No lo sé, pero imagino que ingentes cantidades de dinero. Bastaría saber quienes son los propietarios de los principales medios de comunicación del mundo, de España, saber quién paga a esa rata de vertedero, el tal Inda, por ejemplo, o a aquel otro, el tal Jiménez Losantos, mamporreros, gente que vive, y de los que hay tantos, a la sopa boba de los amos del país y sus fortunas (fortunas: ¿todas legales, justamente acumuladas?).
Creo que nombrar la idea de la Renta Básica en este contexto puede ayudar a saber a quién sirven los argumentos de la derecha en relación al rechazo de la Renta Básica. La Renta Básica no es oportuna, dicen, no es oportuna para los de siempre, para los acumuladores de fortuna que tienen atada y bien atada la opinión de una gran parte del país a través de los medios de comunicación en los que ya se esforzaron en ocupar desde siempre los asientos de los consejos de administración.
Como entiendo que la Renta Básica se asienta sobre una fiscalidad progresiva voy a extenderme algo sobre ello. Recuerdo que hace tiempo sostuve una larga discusión en FB con un buen amigo sobre algo que mi memoria no es capaz de rescatar, pero que me dejó entonces la idea por él enunciada, si no recuerdo mal, de que a él lo que más justo le parecía era que todo el mundo pagara un porcentaje igual de impuestos sin tener en cuenta la cuantía, grande o pequeña de sus ingresos. También podría haberle preguntado a mi amigo que por qué habrían de pagar el mismo porcentaje y no la misma cantidad, todos los ciudadanos absolutamente iguales, que sería la parte correspondiente que nos tocaría a cada ciudadano en el gasto de lo público. El establecer un porcentaje ya parece apuntar hacia una cierta justicia distributiva de las cargas comunes, pero evidentemente desde el punto de vista de la justicia, no creo que haya que recurrir al Evangelio para averiguar qué sea eso, el planteamiento es totalmente insuficiente si lo que queremos es considerarnos una comunidad más allá del reino de la selva donde la ley del más fuerte manda y el más débil queda relegado a la miseria.
Pienso que sobre este tipo de supuestos descansa el sentido de la justicia que cada uno tenemos. Días atrás busqué en Internet lo que gana Cristiano Ronaldo para algo que escribí y que ahora no recuerdo; este hombre, de profesión pateador de un trozo de cuero lleno de aire, gana al día 239.000 euros, lo que quiere decir que cobra 166,5 euros cada minuto. Si hablamos de fiscalidad y lo comparamos con el salario mínimo interprofesional, 31,66 euros al día, que la derecha intentó echar abajo, porque, decían, era excesivo e iba a llevar a la ruina a la economía, a lo mejor rascándonos un poco la cabeza y sin que ésta llegue a echar humo, podemos alumbrar alguna idea que nos ayude a contextualizar lo que es justo e injusto a la hora de aportar cada uno nuestra parte a los gastos del país. Quizás a luz de estos números los reacios a establecer una política fiscal progresiva suficiente llegaran a entender que están equivocados. Sería la única manera de poder adoptar una Renta Básica universal e incondicional que ponga las bases de una conciencia social común.
Así que, le digo a Cive: cuando os oigo hablar exponiendo largos argumentos sobre los pros y los contras de la Renta Básica, me cuesta entrar en detalles, que en su mayoría me parecen obvios, porque mi cabeza está en otro frente, es la lucha secular de los que lo tienen todo frente a los que tratan de abrirse camino hacia un mundo mejor. Cuando oigo a Casado, a esa niña, la tal Arrimadas, u a otros elementos de la derecha, aparte de parecerme estar asistiendo a un espectáculo carnavalesco de mal gusto, me es imposible dejar de ver la realidad de los que tienen a sus espaldas, sus mandatarios, los que verdaderamente manejan, o quieren manejar, los hilos del poder del país.
Esta es la lucha, tratar de desenterrar la ignorancia entre los votantes, desenmascararlos para que una conciencia social parecida a la que está surgiendo estos días de confraternidad con los sanitarios pueda poco a poco hacerse con los conceptos básicos del ordenamiento político y social de nuestro país.

No hay comentarios:

Publicar un comentario