El Chorrillo,
12 de abril de 2020
Hay días que
debería encabezar algunas de estas notas de diario con una observación que
dijera más o menos: “no te molestes en leer esto, son sólo anotaciones
personales cuyo único objeto es intentar aclararme sobre éste o aquel asunto”. Luego
siempre sucede que termino colocando la página en el perchero del blog quizás
porque es una manera de poner en orden mis papeles y, como no, también por la
posibilidad de compartir ideas y creencias con un reducido número de amigos con
los que sería deseable romper el monólogo para convertirlo en enriquecedor
intercambio. Dicho esto, que diría mi amigo y nunca elogiado suficientemente
Cive, traído al caso ahora porque por causa suya a mitad de tarde, mientras le
oía hablar sobre la Renta Básica
(creo que él estaría de acuerdo en escribirlo con mayúscula) dando vueltas y
vueltas a la parcela, hoy probablemente no menos de cinco kilómetros, que fue
el tiempo que duró el vídeo; dicho esto, decía, he sentido la necesidad también
yo de meter el cazo en el asunto y en vez de contestar al email que me llevó al
vídeo de Attac, me acogí a un entorno que me es mucho más
familiar, este diario.
Doy por
supuesto que el concepto de Renta Básica, continúo escribiéndolo como
mayúsculas como reivindicación de algo con entidad propia única que en algún
momento habrá de constituir un derecho fundamental para todos los habitantes
del planeta, doy por supuesto que está en el conocimiento de todos sus rasgos
esenciales, una renta universal e incondicional con una cuantía algo superior
al del umbral de pobreza que deberían recibir con regularidad todas las
personas desde su nacimiento hasta el día último de su vida. Una cantidad para
el tesoro público que, estimación de la plataforma de Attac, podría detraerse
sin demasiados esfuerzos económicos grabando impositivamente segundas viviendas
de altísimo estatus y con una ligera corrección en la política fiscal que atajara
los excesos del capitalismo salvaje e introdujera un criterio de justicia
distributiva, de manera que ese uno por ciento que posee el noventa y nueve por
ciento de la riqueza del país, o del mundo en esta situación de globalización
que vivimos, ese uno por ciento por otra parte al que habría que poner en solfa
la pretensión de propiedad inalienable a los que sólo las leyes del mercado les
pueden prestar criterio de legalidad absoluta; un cantidad, unos impuestos
progresivos que en la medida en que los agentes con mayores ingresos paguen una
tasa mucho más alta, que no sería significativa para las grandes fortunas y que
erradicaría por una parte la pobreza y que haría posible desterrar los
contratos basura del mercado de trabajo al poner al trabajador mejores
condiciones de negociación de sus salarios.
Para
entender los argumentos con que defendían la renta básica los ponentes no me
pareció que se necesitaran conocimientos de economía. Más bien creo que la
obviedad de los mismos era total, pero… lo que pensé cuando quise contestar al
email de Cive, con tener que ver con la Renta
Básica , venía de algo previo. A veces se nos proponen
discusiones que, si fuéramos capaces de situarlas en el contexto de las
comunicaciones y la sociología, podrían dar un giro de noventa grados.
Algunos
antecedentes. En mi página de FB se me cuela constantemente publicidad, del
tarado de Inda, de algún grupo filonazi; si abro en el teléfono una pestaña
nueva del Chrome, justo debajo me aparecen un largo puñado de “noticias” de
periódicos como Libertad Digital, OkDiario y cosas por el estilo; si me voy al
Twitter y me salgo de la lista de la gente a la que sigo, enseguida huele a
podrido, no sólo bulos de esas miserables ratas que salen estos días por las
alcantarillas; si abro el ABC el día antes de nuestras últimas elecciones en su
portada a toda plana aparece niños famélicos en los huesos, ¿de qué país?, de
Venezuela, naturalmente, aunque la foto original sea de los niños de Biafra;
En otros
tiempos la censura de la prensa siempre constituyó un elemento esencial para
mantener en el poder a tiranos. ¿No era Napoleón III, ya a principios del siglo
XIX, quién decía que quien tuviera a la prensa en sus manos sería dueño del
mundo? Hoy, cuando la prensa tiene vía libre para expresarse, más o menos, la otra
manera de imponer las propias ideas y de influenciar en las decisiones de un
gobierno es utilizar los medios de comunicación como tanque con que aplastar
cualquier disidencia a la voz del amo. No ya con argumentos, lo vemos estos
días a diario, basta con echar mano impunemente de la mentira, del bulo. ¿El
objetivo? Evidentemente conseguir que el statu
quo permanezca inalterable o, mejor aún, que la riqueza de ese uno por
ciento siga aumentando a costa del otro noventa y nueve por ciento. ¿Cuánto
dinero gastan los bancos, las grandes multinacionales, la grandes empresas en
los medios de comunicación? ¿Cuánto para pervertir cualquier idea de justicia,
cual objetivo racional que pueda poner en duda las bondades del sistema
económico que tenemos? No lo sé, pero imagino que ingentes cantidades de
dinero. Bastaría saber quienes son los propietarios de los principales medios
de comunicación del mundo, de España, saber quién paga a esa rata de vertedero,
el tal Inda, por ejemplo, o a aquel otro, el tal Jiménez Losantos, mamporreros,
gente que vive, y de los que hay tantos, a la sopa boba de los amos del país y
sus fortunas (fortunas: ¿todas legales, justamente acumuladas?).
Creo que
nombrar la idea de la Renta Básica
en este contexto puede ayudar a saber a quién sirven los argumentos de la
derecha en relación al rechazo de la Renta
Básica. La
Renta Básica no es oportuna, dicen, no es oportuna para los
de siempre, para los acumuladores de fortuna que tienen atada y bien atada la
opinión de una gran parte del país a través de los medios de comunicación en
los que ya se esforzaron en ocupar desde siempre los asientos de los consejos
de administración.
Como
entiendo que la Renta Básica
se asienta sobre una fiscalidad progresiva voy a extenderme algo sobre ello.
Recuerdo que hace tiempo sostuve una larga discusión en FB con un buen amigo sobre
algo que mi memoria no es capaz de rescatar, pero que me dejó entonces la idea
por él enunciada, si no recuerdo mal, de que a él lo que más justo le parecía
era que todo el mundo pagara un porcentaje igual de impuestos sin tener en
cuenta la cuantía, grande o pequeña de sus ingresos. También podría haberle
preguntado a mi amigo que por qué habrían de pagar el mismo porcentaje y no la
misma cantidad, todos los ciudadanos absolutamente iguales, que sería la parte
correspondiente que nos tocaría a cada ciudadano en el gasto de lo público. El
establecer un porcentaje ya parece apuntar hacia una cierta justicia
distributiva de las cargas comunes, pero evidentemente desde el punto de vista
de la justicia, no creo que haya que recurrir al Evangelio para averiguar qué
sea eso, el planteamiento es totalmente insuficiente si lo que queremos es
considerarnos una comunidad más allá del reino de la selva donde la ley del más
fuerte manda y el más débil queda relegado a la miseria.
Pienso que
sobre este tipo de supuestos descansa el sentido de la justicia que cada uno
tenemos. Días atrás busqué en Internet lo que gana Cristiano Ronaldo para algo
que escribí y que ahora no recuerdo; este hombre, de profesión pateador de un
trozo de cuero lleno de aire, gana al día 239.000 euros, lo que quiere decir
que cobra 166,5 euros cada minuto. Si hablamos de fiscalidad y lo comparamos
con el salario mínimo interprofesional, 31,66 euros al día, que la derecha
intentó echar abajo, porque, decían, era excesivo e iba a llevar a la ruina a
la economía, a lo mejor rascándonos un poco la cabeza y sin que ésta llegue a
echar humo, podemos alumbrar alguna idea que nos ayude a contextualizar lo que
es justo e injusto a la hora de aportar cada uno nuestra parte a los gastos del
país. Quizás a luz de estos números los reacios a establecer una política
fiscal progresiva suficiente llegaran a entender que están equivocados. Sería
la única manera de poder adoptar una Renta Básica universal e incondicional que
ponga las bases de una conciencia social común.
Así que, le
digo a Cive: cuando os oigo hablar exponiendo largos argumentos sobre los pros
y los contras de la Renta
Básica , me cuesta entrar en detalles, que en su mayoría me
parecen obvios, porque mi cabeza está en otro frente, es la lucha secular de
los que lo tienen todo frente a los que tratan de abrirse camino hacia un mundo
mejor. Cuando oigo a Casado, a esa niña, la tal Arrimadas, u a otros elementos
de la derecha, aparte de parecerme estar asistiendo a un espectáculo carnavalesco
de mal gusto, me es imposible dejar de ver la realidad de los que tienen a sus
espaldas, sus mandatarios, los que verdaderamente manejan, o quieren manejar,
los hilos del poder del país.
Esta es la
lucha, tratar de desenterrar la ignorancia entre los votantes, desenmascararlos
para que una conciencia social parecida a la que está surgiendo estos días de
confraternidad con los sanitarios pueda poco a poco hacerse con los conceptos
básicos del ordenamiento político y social de nuestro país.

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