viernes, 6 de junio de 2025

Corriente Salvaje

 

Santiago Fernández, Santiago Pino, José Luis Ibarzábal, Margarita, Nieves, Yolanda, Miguel Ángel


El Chorrillo, 6 de junio de 2025

(A merced de una corriente salvaje, Henry Roth). Tengo un gran afecto por este hombre de palabras atropelladas cuyo verbo se asemeja a un tanque arrasando todo lo que pilla por delante, mi amigo Corriente Salvaje. Uno imagina al tanquista en su interior, todo fuego, que un tanto ajeno a sus interlocutores bajo el acero de su mundo, habla como quien dispara a bocajarro en voz bien alta que compensa su sordera, contra una concurrencia que trasiega cerveza mientras escucha con placer su verdad, verdad con la pasión desaforada de quien ha vivido lo suficiente como para que a estas alturas le importen un comino las otras verdades o el que le esté oyendo la vecina del tercero.

Ardor que si se trata de meterse en política todavía da unas cuantas vueltas de tuerca más. Aurora roja desde que dejó la teta de su madre, inteligencia despierta, exinspector de Hacienda, apasionado por la montaña y la bicicleta, se abre paso en la tertulia con su voz de tenor con el ardor y la intención de no dejar títere con cabeza. Poeta, lidiador de las causas justas, látigo de los memos de la derecha, siempre tertuliano ardoroso con el que hay que hablar alto y deletreando para que no cese su siempre ganas de sacarle la punta al lápiz, allá le veo todavía en la Chamonix Zermat mirando atónito cómo su esquí se desliza pendiente abajo perdido en el abismo, esto tan divertido que cuenta tantas veces de los aquellos viejos tiempos en que las grandes montañas, la nieve y el esquí constituían el núcleo de una pasión transformada posteriormente en aquella otra de la bicicleta, o compatibilizadas ambas con la vela o el submarinismo, y todo ello, no faltaría más, compartido con la flor de su vida. Y yo imagino a la flor de su vida amarrada a este toro salvaje de verbo ágil, y soy incapaz de pensarla en las horas del día en el ámbito de esa energía vigorizadora e irradiante vibrando por todos los rincones de la casa.

Toro salvaje que en el ruedo de la vida con un puñado de banderillas sobre el lomo –cáncer y metástasis galopante–,  arremete, rojo él hasta los tuétanos, contra todo aquel que pretenda llevarle la contraria, o que mínimamente se mueva el coco de su interlocutor allende la socialdemocracia rancia y sus correligionarios más a la derecha. No, no existe torero ni Demóstenes capaz de igualarle. Corriente Salvaje habla apasionadamente de poesía y sin saberse cómo, un minuto después sin que nadie le interrumpa, te le encuentras defendiendo vigorosamente la anarquía; claro que para eso sería necesario… y acto seguido ya está especulando sobre esos abducidos que se oponen a la eutanasia y habla de procedimientos rápidos, llegado el caso, para buscar una solución rapidita. Excelente cóctel para una tarde de tertulia.

Me acabo de levantar y mi primer pensamiento fue para la fuerza arrolladora de este titán que se toma sus cánceres y sus metástasis como capitán Trueno defendiéndose contra los leones de la selva. Voy a hacer una pausa, voy a bailar un poco y después del desayuno, si los hados me siguen inspirando, sigo con este faústico retrato del amigo con el que ayer tarde departíamos casi a gritos en una terraza. Existen sordos que se achantan y en las tertulias quedan en un rincón silenciosos sumidos en su mundo interior; mi amigo no, que como la cosa le interese coge su silla y allá va a colocarla junto al interlocutor al que quiere meter en cintura con sus argumentos, con sus puntos sobre las haches. Bueno, lo dicho, a bailar voy. Hoy va de rumbas.

Continúo. Hay días en que hay que cuidar el texto, limar, armonizar; hoy toca otra cosa, hoy, como de quien hablo es de Corriente Salvaje, me puedo permitir el lujo de seguir ese fluir de lo que venga y como venga. Así que no muevo ni una coma de lo anterior, manifestación espontánea de lo que me dictaba el ánimo tras la tertulia de ayer. Por cierto que por allí andaban también otro par de notables poetas que sin arredrarse ante la fuerza del poeta mayor, Corriente Salvaje, también se despacharon a su gusto con sus bien traídos versos. Miguel Ángel, de suelta y espontánea rima brotada con la naturalidad con la que discurre un arroyo por las laderas del Guadarrama, había escrito sus versos de camino a la tertulia; así que versos tuvimos, y no sólo de él, que no os lo perdáis, que allí estaba también el otro poeta de la izquierda montañesa, don José Luís Ibarzábal, antiguo presi de la FMM y charlador incombustible, con sus versos bajo el brazo tal Francisco Umbral regresando de la panadería. Pan tierno, versos quiero decir, que leer a la audiencia. Solo faltó en el evento poético un servidor que, desistiendo con Corriente Salvaje sobre el asunto de la rima, condición sine qua non de este último para que la cosa pueda llamarse poesía, prometió para la próxima ocasión también él traerse unos versos de amor, propios, para lidiar frente a la irredenta rima de sus amigos. Qué coño será eso de que los versos tienen que ser rimados para merecer tal nombre…Y tu culo un futbolín, que decíamos los criajos de nuestra gozosa y libérrima infancia.

Margarita, Nieves, Yolanda, Miguel Ángel, Santiago Pino, José Luis: gracias, por esta amable y agradable tarde. Y para ti, Corriente Salvaje, y muy en especial, mi admirado amigo, un referente ante la premura del tiempo que se nos va acabando, un fuerte abrazo.

* * *

Ah, y una propina, la de Miguel Ángel, en verso:

HÉNOS AQUÍ 

Hénos aquí amigo Santiago,
Entre tapas y entre tragos,
Arreglando nuestro mundo
Con el platicar tan fecundo.
Que caigan los botellines 
Y también el bacalao, 
Que entre chanzas y trajines
El cielo tenemos ganado.
Con Alberto y José Luis
Hechos unos adonis
En eso de la filosofía 
Y porque no, la poesía.
Sentados en la terraza,
A salvo del sol que abrasa,
Las risas están servidas
Con anécdotas vividas.
Que corran las impresiones
Sin aviesas intenciones,
Que lo suyo es departir
En este instante feliz.
Hénos aquí amigo Santiago,
Dando quiebros resabiados
A ese bicho infortunado
Que con tu afán has driblado.

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