martes, 22 de abril de 2025

La otra cara del papa Francisco

 



El Chorrillo, 22 de abril de 2025  

Quizás no sea el momento éste para poner objeciones al reciente Papa fallecido. No estoy seguro. Pero dadas mis reticencias a todo lo que venga del Vaticano, ese emporio de ostentación y riqueza que si levantara cabeza Jesús, con toda seguridad lo echaba abajo; dada la historia de la Iglesia y su siempre haber estado de parte de los poderosos y ricos, la Iglesia como institución, no  aquellos que desde la base sí atendieron al mandato del Evangelio; dadas sus quemas de herejes, su Inquisición, sus guerras, su demostrada traición a las ideas de Jesús; dados los robos de la Iglesia Católica española con sus inmatriculaciones, su constante pedagogía de comedura de coco; dado que nada de lo que existe en el Vaticano tiene ver con la vida humilde que predicara Cristo, lo que queda de la iglesia y su representación en el mundo si tiene alguna importancia es por la fe ciega que tantos hombres tienen en una institución que básicamente lo que ha hecho ha sido sostener de un modo u otro el poder de la clase dominante.

Mirad quienes institucionalmente en nuestro país defienden a esta institución, mirad cuántos entre lo más impresentable del país se confiesan católicos, ese Aznar, sin más, copartícipe en los asesinatos de más de un millón de iraquíes. Mirad como ven con reticencias movimientos como la teología de la liberación, cómo obispos y curas en nuestro país hacen su guerra particular para ocultar el gran número de pederastas que encierra su institución. 

Bien duro lo tenía el papa Francisco para hacer limpia en tan tamaño despropósito que es el Vaticano y sus ramificaciones económicas, caso de que hubiera tenido suficiente voluntad para intentar hacer de la Iglesia un legado de Cristo, en cuyo caso él tendría que haber sido el primero en mudarse a una casa de un barrio de Roma y tratar de hacer del Vaticano una muestra de lo que no se debe hacer. 

Mis reticencias, no obstante, que se refieren a la Iglesia en general, repito, una institución que apenas tiene que ver con las enseñanzas de Jesús, vienen también dadas por el pasado argentino del papa Francisco. Desde que ocupó su puesto en el Vaticano siempre he tenido el presentimiento de que su pasado le perseguía y que parte de su buen trabajo como pontífice estaba teñido por un acto de compensación de lo que debió hacer en Argentina durante la dictadura de Videla y no hizo. 

Siguen a continuación algunos datos de los horrores que la dictadura de Videla perpetró en Argentina entre los años 1976–1983, un tiempo en que el papa Francisco era provincial de los jesuitas en Argentina. Algunos datos: 

Número de víctimas:  30.000 personas desaparecidas.  

Asesinatos, torturas, secuestros y detenciones ilegales fueron moneda corriente en ese período. 

Miles de personas fueron llevadas a centros clandestinos de detención, torturadas y asesinadas. Muchas fueron arrojadas vivas al mar o al río en los llamados “vuelos de la muerte”. 

Se trató de una política de terror de Estado, justificada bajo la lucha contra la “subversión”. 

Hubo desapariciones forzadas, censura, persecución a opositores, sindicalistas, estudiantes, artistas, intelectuales, etc. 

Se calcula que más de 500 bebés nacidos en cautiverio fueron apropiados por militares o sus allegados.  

Centros de detención: Se establecieron más de 600 centros clandestinos en todo el país.

Esta dictadura dejó una huella traumática profunda en la sociedad argentina. Todo esto sucedía en Argentina mientras Jorge Mario Bergoglio, el futuro papa Francisco, permanecía en un absoluto silencio.  

Hasta donde se sabe no se conoce ningún acto explícito o notorio en el que Jorge Mario Bergoglio, durante la dictadura argentina (1976–1983), haya condenado abiertamente al régimen militar. No se le conocen declaraciones públicas contra la Junta Militar en ese periodo, ni homilías, ni documentos oficiales condenando el terrorismo de Estado. 

Años más tarde, ya como arzobispo de Buenos Aires (en los 2000), sí pidió perdón en nombre de la Iglesia argentina por no haber hecho más durante la dictadura. A burro muerto cebada al rabo.  

El silencio de la Iglesia católica argentina fue generalizado durante esos años, y  Bergoglio no fue una excepción.  

Miles de asesinatos, torturas, horrores imposibles de concebir, y mientras tanto ¿qué hace el futuro papa?: nada. A mí siempre me ha sido difícil contemplar a este papa sin experimentar lo que siempre he experimentado por todos aquellos que de un modo u otro han sido cómplices en los grandes horrores que se han producido en la humanidad. Lavarse las manos como Pilatos ante los males del mundo es algo que ya practicó Pío XII, que durante la Segunda Guerra Mundial guardó silencio frente al Holocausto y no condenó explícitamente al nazismo.  

Llama la atención que los obispos en cónclave eligieran a Francisco como Papa conociendo su vergonzoso silencio ante los horrores de la dictadura. Es cierto que en el año 2000, cuando le hicieron arzobispo de Buenos Aires, pidió perdón por no haber hecho lo que en conciencia debió hacer, pero el mal estaba hecho y su actuación anterior marcó el temple de una cobardía difícil de disculpar. No obstante, la indudable voluntad que puso como Papa para remendar la raída vestimenta de la Iglesia merece, cómo no, el agradecimiento general.

 

 

 

 

 

 

 

 


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