El Chorrillo, 22 de abril de 2025
Quizás no sea el momento éste para poner
objeciones al reciente Papa fallecido. No estoy seguro. Pero dadas mis
reticencias a todo lo que venga del Vaticano, ese emporio de ostentación y
riqueza que si levantara cabeza Jesús, con toda seguridad lo echaba abajo; dada
la historia de
Mirad quienes institucionalmente en nuestro
país defienden a esta institución, mirad cuántos entre lo más impresentable del
país se confiesan católicos, ese Aznar, sin más, copartícipe en los asesinatos
de más de un millón de iraquíes. Mirad como ven con reticencias movimientos
como la teología de la liberación, cómo obispos y curas en nuestro país hacen
su guerra particular para ocultar el gran número de pederastas que encierra su
institución.
Bien duro lo tenía el papa Francisco para
hacer limpia en tan tamaño despropósito que es el Vaticano y sus ramificaciones
económicas, caso de que hubiera tenido suficiente voluntad para intentar hacer
de
Mis reticencias, no obstante, que se
refieren a
Siguen a continuación algunos datos de los
horrores que la dictadura de Videla perpetró en Argentina entre los años
1976–1983, un tiempo en que el papa Francisco era provincial de los jesuitas en
Argentina. Algunos datos:
Número de víctimas: 30.000 personas
desaparecidas.
Asesinatos, torturas, secuestros y
detenciones ilegales fueron moneda corriente en ese período.
Miles de personas fueron llevadas a centros
clandestinos de detención, torturadas y asesinadas. Muchas fueron arrojadas
vivas al mar o al río en los llamados “vuelos de la muerte”.
Se trató de una política de terror de
Estado, justificada bajo la lucha contra la “subversión”.
Hubo desapariciones forzadas, censura,
persecución a opositores, sindicalistas, estudiantes, artistas, intelectuales,
etc.
Se calcula que más de 500 bebés nacidos en
cautiverio fueron apropiados por militares o sus allegados.
Centros de detención: Se establecieron más
de 600 centros clandestinos en todo el país.
Esta dictadura dejó una huella traumática
profunda en la sociedad argentina. Todo esto sucedía en Argentina mientras
Jorge Mario Bergoglio, el futuro papa Francisco, permanecía en un absoluto
silencio.
Hasta donde se sabe no se conoce ningún
acto explícito o notorio en el que Jorge Mario Bergoglio, durante la dictadura
argentina (1976–1983), haya condenado abiertamente al régimen militar. No se le
conocen declaraciones públicas contra
Años más tarde, ya como arzobispo de Buenos
Aires (en los 2000), sí pidió perdón en nombre de
El silencio de
Miles de asesinatos, torturas, horrores
imposibles de concebir, y mientras tanto ¿qué hace el futuro papa?: nada. A mí
siempre me ha sido difícil contemplar a este papa sin experimentar lo que
siempre he experimentado por todos aquellos que de un modo u otro han sido
cómplices en los grandes horrores que se han producido en la humanidad. Lavarse
las manos como Pilatos ante los males del mundo es algo que ya practicó Pío
XII, que durante
Llama la atención que los obispos en cónclave eligieran a Francisco como Papa conociendo su vergonzoso silencio ante los horrores de la dictadura. Es cierto que en el año 2000, cuando le hicieron arzobispo de Buenos Aires, pidió perdón por no haber hecho lo que en conciencia debió hacer, pero el mal estaba hecho y su actuación anterior marcó el temple de una cobardía difícil de disculpar. No obstante, la indudable voluntad que puso como Papa para remendar la raída vestimenta de la Iglesia merece, cómo no, el agradecimiento general.
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