domingo, 5 de abril de 2020

Serranillos del Valle, una corporación municipal ejemplar.





El Chorrillo, Serranillos del Valle, 6 de abril de 2020

La evidencia de que esta crisis está sacando lo mejor de nosotros y de nuestras capacidades se me estaba haciendo palpable ya desde hace tiempo en las calles de la localidad en que vivo; sin embargo, hoy, cuando me asomo a la página del FB del ayuntamiento, mi admiración por la labor que llevan a cabo día a día es tal que de pronto he sentido la necesidad de  mandar un mensaje al alcalde, Iván Fernández Heras, manifestándole mi agradecimiento y el de Victoria por la labor que están desarrollando. ¡Ay!, le venía a decir, si el comportamiento de la Comunidad de Madrid fuera siquiera parecido a lo que estáis haciendo vosotros para con los vecinos… En este mar de confusión que son los haceres de los responsables de nuestro país, que haciendo, imagino, lo que pueden, aciertan aquí o allí, pero que no logran ponerse del todo a la altura del problema que vivimos,  cuando uno tiene la suerte de vivir en un pueblo como éste en seguida se deja ver que con personas capaces y responsables de su labor los problemas se hacen más abordables. Imposible comparar, es cierto, la gran complejidad de la problemática de un país en estas circunstancias, con la de un pueblo de cuatro mil habitantes, pero la disposición de los regidores de estas pequeñas localidades adelantan no obstante un ejemplo en miniatura de lo que podría haber sido una actuación a nivel estatal.
 Unos pocos ejemplos. Hasta hoy no he visto en parte alguna de la prensa del país, repito en ninguna parte de España, que ningún ayuntamiento esté haciendo lo que en Serranillos del Valle se está consiguiendo por parte de sus responsables. Un pequeño resumen. La última entrada de hoy es para anunciar a los vecinos que en la farmacia del pueblo están disponibles mascarillas para los que lo necesiten, gratuitamente, aclaran. Este post no tiene sonido, pero si lo tuviera los aplausos se oirían hasta en Las Ventas. Días atrás el ayuntamiento había surtido a la guardia civil de la zona con unos equipos de protección de los que parecían carecer en el cuartelillo próximo. A veces, desde mi casa, que está aislada en el campo a kilómetro y medio del pueblo, me llegan los aires de la megafonía cargada con animada música, que imagino, a juzgar por el paseo que el alcalde y un concejal del ayuntamiento se daban días atrás por las calles del pueblo musiqueando desde un coche a los vecinos, que de algún vehículo del ayuntamiento sería. La lista a aplaudir es larga, continúo. Ayer lo último era que la corporación municipal ha cedido todas las instalaciones públicas que dependen del ayuntamiento para las necesidades de atención médica u hospitalarias de la zona. También los miembros de protección civil han ampliado momentáneamente su papel para animar las calles con música invitando a los vecinos a bailar desde sus balcones. Y como el hospital de referencia al que pertenece el pueblo tiene la maldita gracia de cobrar el aparcamiento en el mismo, no han dudado en denunciar públicamente y hacer gestiones para que esa tropelía e irracional medida desaparezca. No parece fácil que pueda haber en toda nuestra tierra patria, donde unos y otros nos tiramos los trastos, entretenidos como aquellos conejos en saber si será galgo o será podenco, pueblos donde en la medida de las posibilidades se acometa con semejante firmeza la tarea de procurar a los vecinos unos medios acorde con las necesidades que van surgiendo en este laberinto de la pandemia.
No leo en medios, ni he visto, de corporaciones como aquí que, adelantándose a las necesidades que van surgiendo, se ocupe de gestionar el reparto de comida al grupo más vulnerable de los vecinos, las personas mayores; o que fomente la ayuda entre todos para que aquellos que tengan algún tipo de dificultad puedan ser asistidos por vecinos voluntarios. O que se ocupe también de los peques y les alientan para que envíen sus dibujos para colocarlos en el portal web de la corporación, o que invite a los vecinos a confeccionar mascarillas para el hospital de Getafe que días atrás estaba quedándose sin ellas. Un largo etcétera.
Si cerrara los ojos y pensara en vivir en un lugar ideal donde las actuaciones municipales estuvieran a la altura de las circunstancias en que vivimos, seguro que no necesitaría moverme de donde estoy. Son cosas que tocan las fibras más hondas de la emoción. Es jodido el momento que vivimos, pero cuando escuchamos, vemos la gente maravillosa que asoma por los balcones, que trabaja en los hospitales, que lleva camiones por las carreteras o trabaja en los supermercados, y sólo cito los más relevantes, y además comprobamos que los gestores de la localidad en que vives no sólo son eficientes sino que saben adelantar acontecimientos y cuidar de la gente mayor, de los niños y de la salud emocional de los vecinos; cuando vemos todo esto, digo, uno se siente un poco más en paz con el mundo en que vive.
Cuando Iván, nuestro alcalde, se presentó nuevo a las elecciones, era difícil valorar su idoneidad, de hecho yo personalmente representaba entonces, entre otros, una opción política que litigaba por regir el ayuntamiento, Podemos (ahora convertido en lejana sombra de lo que nosotros aspirábamos), pero ante esta avalancha de aciertos, buena voluntad, dinamismo y buen hacer que se nos ha venido encima desde la alcaldía, abría que recurrir a aquello que tiene su fuente en el Evangelio y que reza: “por sus obras los conoceréis”, que viene a decirnos que tras las obras vistas bien podemos afirmar que ahora sí estamos en condiciones de distinguir entre los verdaderos y los falsos profetas…
Venga, hay que animar a estos vecinos que se parten el pecho por mejorar el clima y las condiciones de la comunidad. A ver si se entera la oposición de que no es posible ni recomendable estar remando inútil y lastimosamente toda la vida contracorriente llevando la contra por llevar la contra. Los vecinos deberíamos de entender que los partidos políticos, más en un sitio pequeño, no tienen sentido, que lo único que tiene sentido es buscar el bienestar del pueblo.
Desde mi situación de antiguo maestro de la localidad, mientras los alumnos de Serranillos asistieron al colegio de zona de Griñón, entiendo que todas las pequeñas aportaciones que podamos haber hecho o que hagamos pueden a veces pasar desapercibidas a los ojos, pero convencido estoy de que un trabajo bien hecho de algún modo va incorporando en los vecinos y en las nuevas generaciones savia nueva que con el tiempo ha de venir a mejorarnos a todos como personas, de parecida manera a como ahora se entrevé que la pandemia nos cambia y nos transforma en seres más dispuestos a la convivencia y a la solidaridad.
Ya sé que los temperamentos apasionados son propicios a estos entusiasmos, pero es que la ocasión lo requiere, los muertos que tenemos todos los días a nuestro alrededor, los infectados, ese ejército de sanitarios y trabajadores al servicio de la comunidad confinada en sus casas, nos lo están pidiendo, incluso, y con más razón ahora, teniendo en cuenta la inmundicia que sale de las alcantarillas para con su acoso al gobierno de la nación sacar réditos políticos, que seamos una piña para que con el esfuerzo y la voluntad de todos podamos atravesar esa laguna Estigia que precede al infierno.
Desde aquí mi encendido aplauso para toda la corporación municipal de Serranillos.



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