domingo, 4 de mayo de 2025

Como si quieres arroz, Catalina

 



El Chorrillo, 4 de mayo de 2025

Los buscadores de oro de la época de la fiebre del oro de Norteamérica se pasaban horas y horas cribando la arena de los ríos buscando que alguna pepita quedara prendida en su platillo de bateo, una especie de sartén o cuenco ancho donde colocaban la arena del río. El oro conseguido mediante el duro trabajo de cribar les hacía después la vida más amable. Esta tarde me siento tentado a aplicar estos hechos a otro tipo de esencia, la que nutre el alma y el conocimiento de las personas. Existe una analogía entre el minero que arduamente se dedica a extraer de entre grandes cantidades de arena las pepitas de oro y aquel otro que entre la inmensidad de los comunicados, personales, redes, guasaps, periódicos, noticieros, trata de extraer algún tipo inequívoco de esencia. 

Esta mañana me harté (harto ya de estar harto, ya me cansé / de preguntarle al mundo por qué y por qué…) de buscar en El País, El Diario e Infolibre algo que mereciera la pena leer. Total, que me di una vuelta por algunos periódicos del planeta, The New York Time, BBC News e incluso leí algo del periódico de más tirada de Rusia, el Аргументы и факты) y otro poco del 人民日报, el principal diario de China. Es tan solo un ejemplo. Mi madre, que era pequeñita, decía que la esencia se vende en frascos pequeños. Las cosas esenciales son como las pepitas de oro del río American de California donde en su tiempo hubo una migración masiva de buscadores de fortuna, sólo que en este caso las cosas esenciales las ternemos al alcance de la mano y pasamos de ellas soberanamente. Tenemos ahí mismo la posibilidad de enriquecernos, conocer, saber, alimentar nuestro ser con la fortuna de un intercambio, un estudio y huimos espantados de lo poco de esencia que pueda contener el flujo de la comunicación, sean los intercambios personales a través de las redes, los guasaps o las simples conversaciones, sea a través de lo que podríamos leer o escuchar, que no leemos ni escuchamos. 

Hace tiempo daba por aquí cuenta del medio millón de megustas y miles y miles de comentarios que había recogido en Instagran una entrada de cierta señorita con cara lela, pero eso sí, vestida con dos exiguas prendas, y las comparaba con los insignificantes megustas que recogían entradas altamente interesantes e inteligentes relacionadas con la actualidad, la filosofía o la literatura. Días atrás hablaba de esos grupos de guasaps donde el material abrumadoramente dominante es hablar del tiempo o felicitar los cumpleaños, y en donde cuando alguien asoma el pie, como el lobo en el cuento de Los siete cabritillos, con un tema que merece la pena, algo de esas esencias que deberían nutrir nuestro conocimiento o hacer ejercitar nuestros circuitos neurales, lo apartan como en el cuento los cabritillos, como si fuera el lobo y éste hubiera de perturbar la calma chicha del grupo. En FB sucede algo parecido; me admiro con la cantidad de megustas y comentarios que llueven sobre asuntos baladíes en comparación con entradas de gente que pinta, esculpe, escribe o hace análisis apreciables sobre política, aventura, arte o filosofía. 

A veces veo todo esto como uno de los negacionismos más lamentables que puede sobrevolar sobre el comportamiento de la sociedad. Negarte a pensar, negarte a analizar, negarte a ser crítico, aceptar la imposición que te viene de acá y de allá, andar bajo el yugo de unas convenciones, que Dios sabe de dónde vienen, ser simplemente asertivo, en su acepción de pasividad, de lo que los otros dicen es sin duda el clima en el que se desenvuelve la comunicación en las redes; eso y su contrario, especialmente en X, en donde los todólogos y la borreguil fauna de la derecha se parece mucho al desagüe de esos supercruceros que vomitan constantemente al mar toda clase de excrementos e inmundicias. Esto respecto a los que se manifiestan; de los otros no digo nada, su derecho tienen a guardar silencio, incluso aunque se hunda el mundo. 

¿Y las raíces de esta insustancialidad que flota en el ambiente? Quizás sirvan como aproximación algunos datos. Pongamos por ejemplo el país donde gobierna el pato Donald: Entre la costa este y California en este país el 21% de los adultos estadounidenses son considerados funcionalmente analfabetos, lo que equivale a unos 43 millones de personas. Estas personas carecen de las habilidades básicas de lectura y escritura necesarias para desenvolverse eficazmente en la vida diaria. Más: Nivel educativo: Más del 50% de los adultos tienen habilidades de lectura por debajo del nivel de sexto grado, y alrededor del 20% leen por debajo del nivel de quinto grado. No es el caso del resto de los países occidentales, pero estas cosas suceden en el país que monopoliza las comunicaciones y la tecnología a nivel mundial. En las redes mamamos la filosofía de unos medios dirigidos en EE.UU. a una población escasísimamente educada. Y de ahí a saber sobre el impacto que tal falta de educación tiene sobre las elecciones del país, y en consecuencia, sobre cómo se ordena el mundo a partir de sus resultados, pues eso…

Sin embargo con ser la falta de educación un elemento clave a la hora de echar de menos la comunicación consistente entre individuos y colectividades en relación con la comunicación banal, es claro que más allá de la educación existen elementos que hacen posible una pasividad y una inercia vital que probablemente tienen que ver con la inercia que la pereza de pensar, de crear, de argumentar, de rebuscar en los porqués, impone a la vida cotidiana de un porcentaje considerable de la población. Lo que evidentemente deja expedito el paso a toda clase de personas dispuestas a imponer un sistema económico o político, dispuestas a lucrarse, dispuestas a mangonear el planeta, Europa incluida, dispuesta a consentir esa descarnada hipocresía que como mancha de aceite penetra en tantas instituciones de aquí y de allá. 


2 comentarios:

  1. Más razón que un santo. Y que el pato, desde luego... Un cordial abrazo

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    1. Tengo que encontrar un rato largo para volver a recrearme con tus post. Con tanto ir de acá para allá si no te los encuentras en la cabecera de la corrala, terminas por postergarlo. Nos vemos en este mundo de ir de acá para allá de los asuntos. Un abrazo

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